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Preocupación y responsabilidad de toda la Iglesia Santa

Por ese motivo, podemos decir, hijos míos, que pesa sobre nosotros la preocupación y la responsabilidad de toda la Iglesia Santa –sollicitudo totius Sanctae Ecclesiae Dei–, no de esta parcela concreta o de aquella otra. Secundando la responsabilidad oficial –jurídica, de iure divino– del Romano Pontífice y de los Reverendísimos Ordinarios, nosotros, con una responsabilidad no jurídica, sino espiritual, ascética, de amor, servimos a toda la Iglesia con un servicio de carácter profesional, de ciudadanos que llevan el testimonio cristiano del ejemplo y la doctrina hasta los últimos rincones de la sociedad civil.

Demuestra la historia el papel decisivo que, en momentos difíciles para la unidad de la Iglesia, jugaron las obras de carácter universal, como las Órdenes y las Congregaciones religiosas. Nosotros, con una vocación que nada tiene que ver con la de los religiosos, constituimos una Asociación de carácter universal, con una jerarquía interna universal también, que nos distingue claramente de los llamados movimientos de apostolado[6] y nos hace un instrumento cohesivo y eficaz al servicio de la Iglesia y del Romano Pontífice.

Notas
[6]

«nos distingue claramente»: en realidad, desde el punto de vista sociológico y apostólico, las diferencias con los movimientos de hoy día son pequeñas; la diversidad –para san Josemaría– estriba aquí en la universalidad, tanto del fenómeno pastoral y de comunión que representa el Opus Dei, como de su jerarquía interna. Pero esta distinción no significa lejanía con quienes comparte un mismo anhelo de santidad en el mundo, de evangelización y de servicio a la Iglesia, y lazos de comunión y fraternidad. (N. del E.)

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